Por: Lina Flórez
Hablamos con Pablo Guerra, guionista de Caminos Condenados y Dos Aldos, conferencista, y editor en jefe de Cohete Cómics, sello de la editorial Laguna Libros, quien nos contó sus impresiones sobre la evolución del cómic en Colombia, la relación con las instituciones, el público emergente y la necesidad de trabajar cada vez más en la profesionalización del sector.
Altais Cómics: desde la mirada del sello Cohete cómics, ¿cómo ha sido la evolución editorial del cómic en Colombia en estos últimos cuatro años?
Pablo Guerra: El tema ha cambiado mucho, incluso antes de Cohete había experiencia en formar editoriales y autoedición, y desde hacia unos nueve años había visto la posibilidad de hacer varias cosas, que no era un ejercicio tan reducido, ni para un público tan chiquito como me imaginaba, pero el problema era que con la logística, el conocimiento y las dinámicas que había no se alcanzaba a cubrir todo el potencial que existe. Creo que eso sigue siendo cierto, parte del proceso ha sido completar y ampliar el ejercicio editorial, de alguna manera profesionalizandolo, pero también sumando más gente a estos procesos.
Yo entiendo los libros que edito como experimentos, uno saca un cierto tipo de libro, con una propuesta que va a dar cierta respuesta por parte del mercado editorial y por parte del público, y eso nos va dando datos que permiten entender mejor lo que se está haciendo, y se van asumiendo de manera distinta los retos y los cambios que uno le hace al modelo y se gana un espacio que le da la bienvenida a más libros. Puntualmente con la experiencia de Cohete, creo que tengo los aliados correctos, en términos de distribución, de hacer parte de una editorial como Laguna, y los experimentos que son cada libro, nos van revelando más cosas y haciendo que el panorama sea más claro. Al principio me dio mucha sorpresa y todavía me sorprende encontrar lectores donde pensé que no había tantos, y darme cuenta que hay más gente dispuesta y con ganas de ver la producción colombiana de cómics.
AC: ¿Cuál es es perfil de lectores de cómic colombiano que está surgiendo?
PG: En términos generales, yo siento que hay un público fuerte, como un nuevo consumidor de libros, de universitarios en adelante, que empiezan a acercarse a los espacios de las librerías, a los catálogos de las editoriales, sobre todo independientes, con una disposición bien interesante; creo que ahí hay mucho de nuestro público.
Los libros y las líneas dentro del catálogo también van marcando unos derroteros, por ejemplo la línea de no ficción, de cómic documental, ha alcanzado un impacto bien interesante, y ha llegado a un público que más bien es como una comunidad, a unos espacios dentro de comunidades académicas, pero también dentro de comunidades rurales, aunque eso está un poco por fuera del mercado, lastimosamente.
Uno siempre trata de consolidar un catálogo y el nuestro tuvo la idea de dar cuenta de la diversidad del cómic, y de la capacidad de éste de decir cosas y de transmitir emociones e historias de una manera muy sólida, ese es el eje del catálogo de Cohete Cómics.


“Es un momento, en términos muy amplios, de renegociación del trato con el lector”.
AC: ¿Cómo se relaciona Cohete Cómics con ese público lector?
PG: Para nosotros ha sido clave entender que los libros que estamos haciendo no son libros para satisfacer al lector de nicho que ya ha recorrido el mundo del cómic y tiene unas prácticas y unos gustos muy definidos. Por la coyuntura en la que estamos nosotros (en Colombia), tanto como el panorama del cómic en el mundo, es un momento, en términos muy amplios, de renegociación del trato con el lector, y de reflexión sobre quién es el lector.
También aquí en Colombia, en donde hay un montón de imaginarios negativos frente a la producción nacional; por ejemplo, lo que veía yo como lector, era que los lectores de nicho tenían la pretensión de que lo colombiano fuera como algún tipo de cómic de afuera, y para mí, tanto como creador como editor, es muy claro que para que la historieta colombiana se desarrolle, necesita tener una voz propia y contar con la libertad de reinventarse como se le dé la gana.
A mí me interesa el cómic y hacer cómic, pero no para imitar un estilo, no para imitar un cierto tipo de historias, ni siquiera para emular voces que me interesan mucho, y eso se refleja también editorialmente, entonces la apuesta siempre ha sido aprovechar ese momento de renegociación, ese nuevo comienzo, para llegar a lectores que también hagan ese proceso de descubrimiento con nosotros.
Puede que de aquí a un tiempo exista un nuevo nicho de novela gráfica colombiana, o de novela gráfica latinoamericana y terminemos respondiéndole a eso, puede ser, pero por ahora es una apuesta por salirnos del nicho, para evitar la comparación y para ser juzgados en nuestros propios términos, para crear este pacto con esos nuevos lectores que también dan una devolución que es sorprendente.
AC: Cruzando el conocimiento que tienes sobre las diferentes escenas del cómic nacional, y la experiencia de participar en ferias y eventos internacionales, ¿cómo se percibe desde el exterior la dinámica del cómic en Colombia?
PG: Es muy interesante porque se eluden un poco las dificultades y se ve un corpus grande, muy vital e interesante. Siento que llama la atención cierto nivel de discusiones, de todo lo que se lee, de lo bien que se lee, de que hay autores que tienen mucho bagaje, deja una buena impresión, porque se percibe que editorialmente hay un buen nivel y la gente se sorprende. Pienso que eso también lo podríamos explotar más, ser menos tímidos y menos prevenidos.
Lo que pasa es que cuando uno se da cuenta cómo lo ven desde afuera, se siente muy impostor, porque en general la historieta colombiana ha sufrido de creer que van a descubrir que no tiene una tradición, y que en el fondo no hay nada, pero eso pasa en todas partes, en Estados Unidos, en Francia, eso le pasa a los autores, entonces hace parte del proceso, y hay que corregirlo.
“El panorama va a cambiar, y va a cambiar mucho, porque están surgiendo actores nuevos muy poderosos, con mucha fuerza en términos mediáticos, con fuerza de dirigir de qué se trata el cómic en Colombia”.


Pablo Guerra durante la Fiesta del Libro y la Cultura, Medellín, 2019.
AC: ¿Cuáles son los retos y los temas urgentes para trabajar en materia de cómic en Colombia?
PG: Hay un reto grande que tiene que ver con que el panorama va a cambiar, y va a cambiar mucho, porque están surgiendo actores nuevos muy poderosos, con mucha fuerza en términos mediáticos, con fuerza de dirigir de qué se trata el cómic en Colombia. Creo que hay que mantener muy firme la idea de que el cómic no es simplemente una forma de decorar la literatura, o de decorar los temas de coyuntura, no es un facilitador, es una manera de pensar, una forma de construir, analizar y entender lo que pasa. Creo que uno de los grandes retos es que la historieta colombiana mantenga como uno de sus ejes la misión autoral, la voz de la gente que está creando cómics acá, la posibilidad de hablarle a más personas, y poder decir cosas que valgan la pena, no ser simplemente repetidores.
Hay mucho por hacer, ojalá sea un medio mucho más diverso, más amplio, en términos de la oferta y en términos de quienes están creando cómics y desde qué lugares. Hay para dónde crecer, hay muchos lectores potenciales.
Otro reto es entender que el cómic en Colombia no sale de la nada, sino que hay unas raíces, hay muchos autores por descubrir, hay muchas cosas que se quedaron en el pasado y que vale la pena tomar, releer, y mostrar.
Hace 100 años empezó el cómic en Colombia, era como: bueno qué hacemos con todo lo que está pasando afuera, pues miremos cómo lo metemos acá. Mal que bien se logró, a pesar de que no hubo una explosión, sí hubo producción colombiana, y el cómic se volvió una parte importante de nuestra cultura. Creo que este es el momento de cambiar la narrativa sobre el trabajo y volver a pensar cómo nos vamos a entender los historietistas colombianos.


Grupo de historietistas colombianos durante la Fiesta del Libro y la Cultura, Medellín, 2019.
“Todo paso grande implica mirar qué es lo que viene, y lo que viene puede ser muy chévere si nosotros lo sabemos trabajar”.
AC: Hablas de una necesidad de revisar la narrativa sobre el cómic en Colombia, ¿a qué te refieres, cuál es la narrativa qué existe y qué es lo que hay que revisar?
PG: La narrativa que construímos ya no es una narrativa para nuestros propios círculos de amigos y colegas, sino que es algo que está leyendo otro público y que están leyendo las instituciones, a lo que le está prestando atención gente externa, por esto lo que digamos tiene que ser asertivo. Si expresamos grandes generalidades, si decimos que aquí no hay crítica, o esto o lo otro, lo que va a pasar es que se cierra la discusión, entonces esos intermediarios institucionales, los libreros, las personas que programan eventos culturales, van a decir: ah, perfecto, entonces no hay nada.
Es importante poder describir lo que hacemos no en términos de queja, no en términos de lo que no nos dieron o de lo que no ha pasado, sino enfocarnos en lo que hay que hacer para que cambiar la situación. Además, es importante ser más rigurosos a la hora de opinar sobre cómic colombiano, por ejemplo encontrar capítulos de libros donde se habla de cómic colombiano sin una bibliografía seria, habla de que se le da un valor mínimo a lo que se produce acá, cuando ha habido gente que ha investigado el tema, y ha habido personas que han intentado producir cómic en Colombia, con buenos o malos resultados, lo que quieras, pero lo que me parece que tenemos que entender es que todavía no lo hemos visto, si no sabemos qué pasó en los años setenta, en los años cuarenta, realmente.
Ernesto Franco se murió y fuimos dos personas del gremio de los historietistas al velorio, lo que va a pasar es que se va a olvidar, y fue alguien que trabajó dibujando toda su vida. Pienso que es momento de ser mejor colega, hay que construir esa realidad, es bueno respetar el trabajo de los demás, estudiarlo con cuidado, con atención.
Creo que es ahí donde tenemos que empezar a generar una nueva narrativa, además porque hay una nueva generación de creadores que están haciendo cosas muy buenas, que tienen un potencial increíble. Hay que generar una cultura distinta, para que en cinco años, esa gente que está ahora yéndose a Angouleme, o que está explorando el mundo del cómic no salga despavorida, sino que vaya por buen camino.
Que el cómic esté incluido en los discursos, en las discusiones cuando se habla del libro en Colombia, es un paso muy grande, y como todo paso grande implica mirar qué es lo que viene, y lo que viene puede ser muy chévere si nosotros lo sabemos trabajar.