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Pasaron cinco años para que la información compilada durante la investigación sobre la vida y obra de Emilia Pardo Umaña (1907 – 1961), tomara forma de historia gráfica. Fueron varias las ideas que barajamos sobre qué hacer con el material recopilado, pero hace dos años, en una tarde calurosa de vacaciones, nos sentamos a divagar sobre lo que serían las memorias de Emilia en formato de historieta. Surgieron preguntas sobre el tono que debía tener, si debía ser en primera persona o no, qué historias seleccionar, cómo sería la línea gráfica, cuántas historias contar y otras más.
Una de las primeras decisiones que tomamos fue que Emilia contara sus historias, ya que nosotros la conocimos a través de sus propias palabras, narraciones íntimas cargadas de imágenes de su tiempo. Siendo fieles a esa experiencia, respetamos sus textos, conservando la cercanía que Emilia siempre mantuvo con sus lectores.
Fue difícil hacer la selección de los textos a trabajar, ya que es tanta la información que proporciona Emilia, tan ricas y variadas sus historias, que escoger el material implicó dejar de lado el afecto y pensarlo con cabeza fría. Esta selección, más que ser una biografía, pretende ser un mosaico de momentos que la marcaron y le permitieron llegar a ser lo que fue.
Este capítulo en particular, sobre sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón, deja ver esa Emilia rebelde pero también respetuosa de ciertas costumbres, mostrando esa personalidad contradictoria que tanto la caracterizó. Como dato al margen les contamos que Altais y yo tuvimos una fuerte discusión sobre cómo debía verse el hábito de la madre Luisa de Fontaubert, porque ahí donde los ven, no es tan fácil definir qué clase de hábito era el que usaba su comunidad religiosa durante la segunda década del siglo XX. Muy ñoños, qué hacemos pues.